UN GRANO DE ARENA
Al Equipo ZZ
Érase un grano triste de arena, melancólico, deprimido; se veía insignificante. Se preguntaba de donde había venido, a dónde iba, para qué servía, qué hacía rodeado de millones y millones de congéneres que no le hablaban jamás.
Cierto día, una gaviota al remontar vuelo, se llevó el grano de arena, con otros muchos adheridos a una de sus patas, que continuaron sin decir nada, ni siquiera se dieron cuenta de estar en el aire.
Desde arriba, nuestro grano de arena, al ver la playa ya no se sintió una minucia ¡formaba parte de algo grandioso! de una bellísima y extensa concha dorada que almacenaba la historia del mundo.
Desde la altura, asombrado descubrió la elocuencia de las dunas del desierto y la magnificiencia de los océanos.
De súbito la gaviota se lanzó en picado para atrapar a un pez. Entró en el agua como un meteorito. La arena que portaba se desprendió de sus patas.
Nuestro grano se hundió en el azul con lentitud de copo de nieve. Alcanzó un hermosísimo fondo de cristalitos blancos: era como una inmaculada alfombra de armiño, adornada con rojas estrellas marinas. Allí se quedó inmensamente feliz, aunque… los que llegaron con él, siguieron sin enterarse de nada.
Francisco Lezcano- Lezcano
13/03/2010
Felicitar a Francisco Lezcano por este precioso cuento.
ResponderEliminarCuento que pienso tiene moraleja: cada grano triste de arena podría ser cada uno de nosotros, que muchas veces estamos perdidos en la rutina diária y nos vemos insignificantes.
Pero si reflexionamos y vemos las cosas desde la distancia, la visión puede ser otra. Nuestra vida tiene sentido, si lo buscamos, sobre todo en el día a día y no desde el punto de vista material y egoista. Si no pensando en como puedo crecer como persona y como puedo ayudar a los demás para tratar de crear un mundo más justo.
De nuevo Gracias Francisco Lezcano.